Ella dio una emotiva entrevista el pasado domingo 18 de este mes. “Una de las primeras preguntas que mis hijos [los niños del orfanato] me hicieron fue: ¿Mamá, usted nos odia? Yo les respondí: “No, yo no te odio”. Entonces le preguntaron: “¿Odias a los árabes? Dije que no. Incluso no odio al hombre que me apuñaló, me compadezco de él”.
ISRAEL.- Marike Veldman es una enfermera holandesa que se mudó a Jerusalén hace 37 años. Durante los últimos 32 años trabajó en orfanatos palestinos. Ella es cristiana y labora con otros misioneros en el orfanato, siempre ocupándose de los niños.
A los 78 años de edad, ella no esperaba ser atacada por un terrorista palestino. Cuando entró en el autobús número 78 en Talpior ella lo consideraba un camino conocido. Sin embargo, el autobús se detuvo y un hombre armado con un cuchillo entró a amenazar a todos los pasajeros.
Los terroristas secuestraron el autobús y comenzaron a gritar “Allahu Akbar” [Alá es grande]. “El hombre frente a mí intentó apuñalarme”, recuerda Veldman. “Otro hombre comenzó a disparar. La gente gritaba muy fuerte. Fue horrible, lloraba constantemente en voz alta: “Señor Jesús, Señor Jesús ayúdame, ayúdame”.
Cuando el terrorista escuchó eso “huyó a la parte trasera del autobús”, dice. La policía finalmente intervino, matando a los terroristas. La enfermera resultó herida, sufriendo una perforación a la altura de pulmón. Aún está recuperándose en un hospital de Jerusalén.
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Ella dio una emotiva entrevista el pasado domingo 18 de este mes. “Una de las primeras preguntas que mis hijos [los niños del orfanato] me hicieron fue: ¿Mamá, usted nos odia? Yo les respondí: “No, yo no te odio”. Entonces le preguntaron: “¿Odias a los árabes? Dije que no. Incluso no odio al hombre que me apuñaló, me compadezco de él”. “Sé que fue Dios que me salvó”, dijo.
Veldman vive en el este de Jerusalén, donde vive una mayoría musulmana. Ella dice que siempre ha tratado de la misma manera a los niños musulmanes y cristianos. A través de los años ella adoptó 20 niños.
Uno de estos niños ahora es una joven llamada Majda Shakawi, de 28 años, que ahora se encarga de ser madre adoptiva en el hospital. “Estoy tratando de hacer lo que hizo mi madre y perdonar. Eso es lo que enseña mi religión, pero es difícil”, dice.