Mariana
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- Jul 28, 2007
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Leí sobre un esposo
que estaba con sus amigos en un bar una noche. Mientras el bar cerraba, les hizo una
apuesta a sus compañeros. Les apostó que si todos iban con él a la casa, podía despertar a
su esposa y ordenarle que preparara la cena para todos, y ella lo haría sin quejas y sin
murmuraciones sino sonriendo todo el tiempo. Sus amigos le tomaron la apuesta.
Ellos llegaron a la casa como a las 2:00 AM. Entró y le dijo a su esposa que se
levantara y que les prepara la cena. Ella salió sonriente, se dirigió a la cocina sin
quejarse, y preparó la comida. La puso sobre la mesa, sonriendo alegremente todo el tiempo. Sus amigos no lo pudieron creer. Mientras pagaban la apuesta, la halagaron.
“Le apostamos a su esposo que no prepararía la cena. Perdimos, pero ¡valió la pena!
¿Cómo puede ser tan agradable bajo estas circunstancias adversas?”
Ella contestó, “soy cristiana. Amo al Señor. Sé que mi estancia aquí en la tierra no
será muy larga, y espero pronto reunirme con el Señor y disfrutar habitar con él en el
cielo.
Mi esposo no es cristiano. Su futuro esta tan oscuro que pensé, lo voy a hacer tan
feliz como sea posible, mientras él este aquí.” Fue tanta la convicción del esposo que en
una semana acepto al Señor.
que estaba con sus amigos en un bar una noche. Mientras el bar cerraba, les hizo una
apuesta a sus compañeros. Les apostó que si todos iban con él a la casa, podía despertar a
su esposa y ordenarle que preparara la cena para todos, y ella lo haría sin quejas y sin
murmuraciones sino sonriendo todo el tiempo. Sus amigos le tomaron la apuesta.
Ellos llegaron a la casa como a las 2:00 AM. Entró y le dijo a su esposa que se
levantara y que les prepara la cena. Ella salió sonriente, se dirigió a la cocina sin
quejarse, y preparó la comida. La puso sobre la mesa, sonriendo alegremente todo el tiempo. Sus amigos no lo pudieron creer. Mientras pagaban la apuesta, la halagaron.
“Le apostamos a su esposo que no prepararía la cena. Perdimos, pero ¡valió la pena!
¿Cómo puede ser tan agradable bajo estas circunstancias adversas?”
Ella contestó, “soy cristiana. Amo al Señor. Sé que mi estancia aquí en la tierra no
será muy larga, y espero pronto reunirme con el Señor y disfrutar habitar con él en el
cielo.
Mi esposo no es cristiano. Su futuro esta tan oscuro que pensé, lo voy a hacer tan
feliz como sea posible, mientras él este aquí.” Fue tanta la convicción del esposo que en
una semana acepto al Señor.