“Jesús, ¿qué nos espera en la República Checa?”

“Jesús, ¿qué nos espera en la República Checa?”

Generación 21 es una fundación de la República Checa, creada específicamente para facilitar el rescate de cristianos perseguidos, ayudándoles a conseguir asilo y llegar a este país de Europa Central.

Uno de los retos más importantes que el proyecto ha enfrentado fue conseguir el permiso del gobierno checo para la iniciativa. Después de que 89 personas de las 153 previstas fueran trasladadas al país, poco más de la mitad decidió regresar a Oriente Medio o intentaron avanzar hasta Alemania.

Como consecuencia, el gobierno checo retiró su permiso al programa, permitiendo que 35 personas pemaneciesen en el país pero cesando la posibilidad de que llegue más gente a través de este proyecto.

Ahora que la polémica se ha calmado un poco, hemos tenido la oportunidad de hablar con Jan Dezort, abogado que colabora con la iniciativa, sobre cuál es la situación actual.

Pregunta. Cuéntanos un poco acerca de ti. ¿Cómo llegaste a involucrarte con Generación 21?

Respuesta. Tengo la bendición de contar con una buena carrera y trabajo, y estaba orando y pensando en cómo podía invertir algo de mi tiempo en ayudar a una buena causa. Fue entonces cuando escuché acerca de Generación 21 y pude ofrecer mi servicio.

P. ¿Cómo se desarrolló el proyecto para trasladar refugiados a la República Checa?

R. El objetivo principal era ayudar a trasladar a algunos cristianos desplazados al país, por su seguridad. Algunos veían la idea como algo ingenuo e imposible, pero se logró esta meta inicial. Puede que haya gente a la que no le guste esta operación, pero ya nadie puede dudar de que sea posible. Hemos demostrado que sí lo es.

Recuerdo cuando viajé a Irak para conocer a algunas de las personas desplazadas a las que más tarde ayudamos a trasladar. Eran gente como yo pero, mientras yo podía viajar y moverme de un lado a otro, ellos no tenían manera de salir de ahí. Se alojaban en caravanas de metal en un campo de refugiados a pocos quilómetros del aeropuerto. Lo único que nos diferenciaba era llevar un pasaporte diferente en el bolsillo. Un año antes de que yo les conociese llevaban vidas normales, tenían trabajos, hogares y coches. Después de haber sido privados de ellas vivían con el dolor de lo que les había sucedido y con incertidumbre por el futuro. Saber que ahora viven y trabajan [en República Checa] es un sueño.

Cuando empezamos a trabajar con la idea de ayudar a algunos de ellos, hicimos una lista de 153 personas (niños incluídos) que habían solicitado traslado al gobierno. Esto suponía más de lo que inicialmente habíamos previsto. No podíamos prometerles nada, pero esperábamos poder ayudarles a todos. Pasaron muchos meses antes de que el traslado se pudiese llevar a cabo. Algunos de ellos consiguieron llegar a otros países seguros antes de que nuestro gobierno aprobase la movilización, otros cambiaron de idea o decidieron no trasladarse por diferentes motivos. Cuando supe que una pareja había sido eliminada de la lista porque ya habían llegado a Europa por otros medios, me alegré de que al menos dos de los 153 estuviesen en un lugar más seguro.

Me sentí más tranquilo pero, a su vez, sabía que todavía quedaban 151 personas a las que ayudar. Entre los 89 que consiguieron llegar a la República Checa estaban todas las personas de esa lista inicial que cumplían las condiciones del programa y cuyos nombres se habían mantenido en la lista. Aunque hubo algunos cambios en nuestra lista original, pudimos seguir añadiendo gente para mantenerla en un total de 153 refugiados. Nuestro fin pasó a ser poder traer a ese total de 153 refugiados cristianos. No todos lo consiguieron, ya que el gobierno paralizó el programa cuando algunos de los que ya habían llegado al país decidieron cancelar su estado de asilo y trasladarse a un tercer país, o regresar a Irak.

Campo de refugiados en el Kurdistán. / Jan Dezort

No logramos nuestro objetivo de reubicar a esas 153 personas. 89 llegaron hasta aquí pero 65 no lo consiguieron. De esos 65, 10 habían pasado ya el control de seguridad. Nueve de ellos estaban listos para salir, pero fueron denegados pocos días antes de viajar y uno tenia previsto llegar más tarde.

Los otros 55 de ellos no lograron venir. No habían solucionado aún su control de seguridad y les quedaban unos dos meses antes de poder salir. De las 65 personas que no pudieron llegar a la República Checa, ninguna estaba inicialmente en la primera lista de los 153 candidatos a traslado, eran sustitutos.

De los 89 que sí llegaron, una familia de 25 personas se fue a Alemania, otras dos familias (30 personas) regresaron a Irak y 34 se quedaron en el país, junto a un pariente de Alemania. En total, 35 refugiados se encuentran ahora mismo en la República Checa.

Durante 4 meses han estado recibiendo cursos intensivos de checo. Todos ellos viven en apartamentos o casas. Algunos trabajan (en TIC, catering, conducción, carpintería, emergencias médicas, etc.), uno de ellos está jubilado y otros están buscando trabajo. Todos los niños están asistiendo al colegio.

P. ¿Cuál ha sido el mayor logro hasta el momento?

R. Es una pregunta complicada, porque ¿cómo calculas eso? Nuestra perspectiva va cambiando constantemente de cuando llegaron las primeras personas, a hace seis meses, o ahora… y ¿qué pasará dentro de otros seis meses? Yo creo que si hacemos lo que Dios pide de nosotros, ya es suficiente. ¿Cuál es Su perspectiva?

Puedo hablar de dos historias destacables. Un refugiado me contó cómo hizo un “trato” con Dios cuando la gente le decía que tenía que sacar a su familia de Irak. Le dijo a Dios que solamente saldría si era directamente desde Irak, con toda su familia y solo si alguien se podía ocupar de todos los trámites. Su hija de nueve años oraba preguntando: “Jesús, ¿qué nos espera en la República Checa?” La respuesta que recibió fue: “No os decepcionaré”. El padre concluía, “A veces pienso que Dios ha hecho todo este proyecto para ayudarnos a mi familia y a mi a ser trasladados.”

Otro refugiado era carpintero. Él y sus hijos improvisaron un taller de carpintería en el campo de refugiados. Las autoridades le informaron que tenía que cerrar el taller un día antes de salir y ser trasladados a la República Checa. Cuando llegaron aquí su hijo encontró trabajo a media jornada como carpintero.

Pero resulta difícil saber cuál ha sido el mayor logro, porque cada situación es diferente y todas van cambiando.

Hay una mujer que trabaja para una empresa de catering y empieza su turno a las 5:00 de la madrugada. Al principio se le ofreció la opción de empezar más tarde, pero la rechazó para demostrar que quería trabajar bajo las mismas condiciones que cualquiera y no recibir un trato especial.

Hay también un niño que forma parte de un equipo, junto a otros dos alumnos, con el que ganó un concurso de matemáticas en el colegio. El equipo avanzó hasta llegar a un concurso a nivel local en Praga, donde representaban a su escuela de primaria y les fue muy bien. Este niño pudo pasar, también, una semana de excursión esquiando en las montañas por primera vez y regresó entusiasmado. Hay muchas historias buenas sobre integración.

P. Si se diese la posibilidad de traer a más refugiados, ¿harías algo de forma distinta?

R. La cruda verdad es que podríamos intentar hacer muchas cosas de forma distinta pero eso no garantizaría un resultado diferente. Podrías invertir diez veces más en todos los recursos, tiempo, dinero, expertos, pero los resultados probablemente seguirían siendo los mismos. Creo que es importante enfatizar que se trata de una situación única, ya que el conflicto que provocó que estas personas necesitasen ser trasladadas ha cambiado mucho hasta ahora, al igual que ha cambiado la ventana de oportunidades disponibles.

Y ¿quién puede asegurar cómo reaccionaría cualquiera de nosotros ante una situación así? De pronto, te arrebatan tu hogar, tu trabajo, tu prestigio, tu educación y hasta tu edad y te ves forzado a vivir en condiciones primitivas en los campos. En algunos ves morir a tus seres queridos, puede que incluso tú mismo seas torturado. Puedes haber creído que responderías de un modo determinado y sorprenderte a ti mismo después.

Europa es tan distinta a Oriente Medio. Hay diferencias culturales enormes, no solo el clima, la comida y el lenguaje. Por ejemplo, un gran interrogante es si reubicar a abuelos y personas de tercera edad. Ellos son quienes sufren más dificultades a la hora de adaptarse y deciden regresar al final, a pesar del peligro que conlleva. Sin embargo, la gente mayor tiene un papel muy importante dentro de la familia, según la cultura oriental, y sus decisiones son muy respetadas. Surge por lo tanto un dilema. ¿Es mejor trasladarlos una vez que los miembros más jóvenes de la familia han tenido tiempo de asentarse? Y, ¿qué sucede si sufren al permanecer en un lugar peligroso en el que enfrentan persecución?

Campo de refugiados en el Kurdistán. / Jan Dezort

Dada la singulardad de las circunstancias y las diferencias culturales, resulta muy complicado alcanzar las expectativas de todos. Una idea propone que se firme un “contrato de integración” previo al traslado, con “derechos” y “obligaciones” detallados. Pero ante el estrés de una situación así, sin poder predecir cómo alguien responderá al nuevo entorno y a las dificultades del traslado, tales contratos no resultarían de gran ayuda.

Creo que es necesario evitar la trampa del perfeccionismo. No es posible conseguir todo de forma absolutamente perfecta en una situación de esta clase. Nosotros hemos podido aprovechar la oportunidad de ayudar y hemos intentado hacerlo lo mejor que pudimos, según la necesidad del momento.

P. ¿Existe alguna idea equivocada en particular acerca del trabajo realizado por Generación 21 que te gustaría aclarar?

R. Que decidiésemos ayudar específicamente a cristianos perseguidos, no quiere decir que estemos de modo alguno en contra de los musulmanes. No lo estamos en absoluto. Escogimos ayudar a trasladar personas que pedían ayuda y, a veces, es necesario explicar que no estamos incumpliendo ninguna norma constitucional checa, ni haciendo discriminación al trasladar cristianos que soliciten auxilio.

Otro tema que da lugar a malentendidos es el de los refugiados que deciden regresar a su país. La gente a veces escoge volver a una situación de peligro si el choque cultural es muy fuerte. De un modo u otro, es habitual pasar por una fase de frustración como parte de cualquier proceso de reubicación. Eso no quita que allí estuviesen en peligro. La gente no siempre se comporta de forma racional en este tipo de situaciones y a veces le resulta difícil explicar sus propias acciones.

P. ¿Qué consejo darías a otras organizaciones que intentan ayudar a trasladar refugiados?

R. De nuevo, resulta difícil porque cada situación es distinta. Diría que tengan paciencia, que sean conscientes de que habrá personas que querrán regresar. Que estén preparados para lidiar con gran variedad de malentendidos por parte de la prensa y los medios. También creo que es importante que no seamos ingenuos.

Creo que en algunos casos se dio por sentado que, por el simple hecho de ser personas cristianas, todo iba a funcionar de forma perfecta. Pero se trata de gente normal, que vienen de una situación muy difícil y están afrontando un gran reto. Que sean cristianos no quiere decir que vayan a poder adaptarse automáticamente, sin problemas, a una cultura tan diferente.

P. ¿Cuales son las necesidades que siguen viviendo los refugiados que están actualmente asentándose?

R. Algunos aún buscan trabajo. Necesitan ayuda para mejorar su dominio del idioma y acceder a cursos de checo avanzado. Algunas de las familias en Praga necesitan apartamentos más grandes de alquiler. Una familia está buscando un piso para alquilar en la ciudad de Trinec, donde les ha surgido una oportunidad de trabajo.

Algo muy específico que necesitan son nueces. Son una parte esencial de la cocina iraquí pero son relativamente caras en la República Checa. Si alguien sabe de alguna oferta más económica, sería de ayuda. Un hombre de nuestro grupo en Praga quiere crear un pequeño negocio de venta de aperitivos en un puesto de comida y quiere contratar a alguien de la ciudad, para que le asesore al adaptarse a las normas y regulaciones locales. A los niños, por su parte, les va extraordinariamente bien.

P. ¿Cuál sería la mejor forma de ayudar con las necesidades actuales?

R. “Nuestros” refugiados de Generación 21 gozan de una buena atención, en comparación con otros de trayectorias diferentes. La gente puede ayudar siendo conscientes y conociendo la situación. Hay refugiados de todo tipo de procedencias que necesitan amigos en sus nuevos hogares. La mayoría de ellos necesitan ayuda para encontrar trabajo y alojamiento. Animo a colaborar con los que están ayudando a los refugiados. No tengan miedo de ofrecer su amistad y su ayuda.

Visita la página web de Generación 21 si quieres colaborar con alguna de estas necesidades o saber más acerca del proyecto.

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